Aún a riesgo de copiarme a mi mismo, amigo Jesús, quisiera dedicarte este nuevo rincón de reflexiones sobre Ciencia. Y voy a hacerlo aprovechando las palabras que pronuncié la noche en la que la Asociación Profesorado de Córdoba por la Cultura Científica te nombró socio de honor. Sólo pretendo que el navegante que atraque unos minutos en este puerto digital, conozca tu labor en favor de la Cultura.
Como recordarás, nuestro singular y pequeño universo asociativo nació hace cuatro años, de una explosión de inconformismo, debido a la situación que atravesaban (y aún atraviesan) las enseñanzas científicas. Fue fruto del azar, mientras rellenábamos el vacío producido por la ausencia de un ponente a una sesión trabajo en el CEP. (A veces me pregunto si seríamos lo que somos si aquella tarde no hubiésemos rellenado el tiempo y el espacio con nuestras quejas docentes).
De aquellos comienzos contestatarios nos llega su radiación de fondo, como un eco del pasado. Son tus primeras intervenciones, ofreciéndote de nexo entre la Agrupación Astronómica de Córdoba y el universo reivindicativo y divulgativo que acababa de nacer.
Desde su constitución como colectivo, en el año 2005, participaste o estuviste al frente de muchas de sus actividades, como los tres primeros Paseos por la Ciencia, varias observaciones del cielo nocturno, visitas, tertulias, conferencias, etc. Siempre fotografiando y colgando instantáneas en la red para inmortalizar cada evento. O indicando, con tu puntero láser, las metas y desafíos a perseguir, como las estrellas en el firmamento. O ayudándonos a analizar los problemas con tu potente telescopio mental.
Pero siendo toda esta actividad en sí misma un derroche de ilusión, energía y trabajo, creo que representas algo más en nuestra asociación. Formas parte de su esencia, como los quarks dentro de la estructura de los átomos, aprovechando la estela cosmológica de esta semblanza repetida, que va de lo infinitamente grande a lo infinitamente pequeño.
Hoy sabemos que hay varios tipos de quarks, con nombres más extravagantes aún que el de la propia partícula: Arriba, abajo, extraño, encantado, fondo y cima. Tú eras (eres aún en nuestras mentes inquietas) cualquiera de ellos y todos a la vez.
Como profesor de inglés y amante de la Astronomía, aglutinaste en tu persona el saber del Renacimiento: El maridaje de las Ciencias y las Letras. Una integración que defendemos como colectivo, pero que no deja de ser algo extraño en nuestro días.
Tu mayor afición estuvo arriba, en la cima, en el firmamento. Nos traías el brillo de las estrellas y la tenue neblina de las galaxias desde la bóveda del cielo nocturno y nos la servías en bandeja, en sentido figurado y literal (gastronómico).
Fuiste crítico con la situación actual de las enseñanzas científicas e impulsaste medidas para mejorarlas desde abajo, desde el fondo del sistema educativo, como docente comprometido con la educación y la Ciencia.
Fuiste también un gran divulgador del conocimiento científico, transmitiéndolo con entusiasmo a cuantos te conocieron, consciente de que el mensaje de la Ciencia ha de estar cargado de emoción y que solo así es posible interiorizarlo. De ahí viene el encanto con el que nos seducías a los que tuvimos la suerte de escuchar tus historias sobre el cosmos.
Desde el pequeño estallido de nuestra asociación, su “little-bang”, insuflaste materia y energía en nuestro sueño, que no es otro que el de “restar ignorantes a la incultura y sumarlos al tren del progreso y de la libertad”, como nos propuso Manuel Toharia una tarde de febrero del año 2007.
El 18 de mayo de 2008, el "cielo que te encendieron las noches cordobesas" se apagó para siempre, pocas horas después de contemplarlo esquivo desde la terraza del hotel donde te nombramos socio de honor y te abrazamos, sin saberlo, por última vez.
No olvidaremos tu último deseo, aquella noche:
"Y deseo terminar haciendo una invitación a DESCUBRIR EL CIELO. Os va a liberar de las tensiones a que este tipo de vida nos obliga. El cielo nos sitúa en la Naturaleza, en plena libertad, en un reencuentro con nuestra conciencia (...). Enamoraos otra vez de vosotros mismos. Mirad a vuestro interior: eso es al final lo que permanece."
Como tu luz, que se esparce por doquier iluminando el año de la Astronomía, que con tanta ilusión comenzaste a preparar antes de tu marcha.
Como recordarás, nuestro singular y pequeño universo asociativo nació hace cuatro años, de una explosión de inconformismo, debido a la situación que atravesaban (y aún atraviesan) las enseñanzas científicas. Fue fruto del azar, mientras rellenábamos el vacío producido por la ausencia de un ponente a una sesión trabajo en el CEP. (A veces me pregunto si seríamos lo que somos si aquella tarde no hubiésemos rellenado el tiempo y el espacio con nuestras quejas docentes).
De aquellos comienzos contestatarios nos llega su radiación de fondo, como un eco del pasado. Son tus primeras intervenciones, ofreciéndote de nexo entre la Agrupación Astronómica de Córdoba y el universo reivindicativo y divulgativo que acababa de nacer.
Desde su constitución como colectivo, en el año 2005, participaste o estuviste al frente de muchas de sus actividades, como los tres primeros Paseos por la Ciencia, varias observaciones del cielo nocturno, visitas, tertulias, conferencias, etc. Siempre fotografiando y colgando instantáneas en la red para inmortalizar cada evento. O indicando, con tu puntero láser, las metas y desafíos a perseguir, como las estrellas en el firmamento. O ayudándonos a analizar los problemas con tu potente telescopio mental.
Pero siendo toda esta actividad en sí misma un derroche de ilusión, energía y trabajo, creo que representas algo más en nuestra asociación. Formas parte de su esencia, como los quarks dentro de la estructura de los átomos, aprovechando la estela cosmológica de esta semblanza repetida, que va de lo infinitamente grande a lo infinitamente pequeño.
Hoy sabemos que hay varios tipos de quarks, con nombres más extravagantes aún que el de la propia partícula: Arriba, abajo, extraño, encantado, fondo y cima. Tú eras (eres aún en nuestras mentes inquietas) cualquiera de ellos y todos a la vez.
Como profesor de inglés y amante de la Astronomía, aglutinaste en tu persona el saber del Renacimiento: El maridaje de las Ciencias y las Letras. Una integración que defendemos como colectivo, pero que no deja de ser algo extraño en nuestro días.
Tu mayor afición estuvo arriba, en la cima, en el firmamento. Nos traías el brillo de las estrellas y la tenue neblina de las galaxias desde la bóveda del cielo nocturno y nos la servías en bandeja, en sentido figurado y literal (gastronómico).
Fuiste crítico con la situación actual de las enseñanzas científicas e impulsaste medidas para mejorarlas desde abajo, desde el fondo del sistema educativo, como docente comprometido con la educación y la Ciencia.
Fuiste también un gran divulgador del conocimiento científico, transmitiéndolo con entusiasmo a cuantos te conocieron, consciente de que el mensaje de la Ciencia ha de estar cargado de emoción y que solo así es posible interiorizarlo. De ahí viene el encanto con el que nos seducías a los que tuvimos la suerte de escuchar tus historias sobre el cosmos.
Desde el pequeño estallido de nuestra asociación, su “little-bang”, insuflaste materia y energía en nuestro sueño, que no es otro que el de “restar ignorantes a la incultura y sumarlos al tren del progreso y de la libertad”, como nos propuso Manuel Toharia una tarde de febrero del año 2007.
El 18 de mayo de 2008, el "cielo que te encendieron las noches cordobesas" se apagó para siempre, pocas horas después de contemplarlo esquivo desde la terraza del hotel donde te nombramos socio de honor y te abrazamos, sin saberlo, por última vez.
No olvidaremos tu último deseo, aquella noche:
"Y deseo terminar haciendo una invitación a DESCUBRIR EL CIELO. Os va a liberar de las tensiones a que este tipo de vida nos obliga. El cielo nos sitúa en la Naturaleza, en plena libertad, en un reencuentro con nuestra conciencia (...). Enamoraos otra vez de vosotros mismos. Mirad a vuestro interior: eso es al final lo que permanece."
Como tu luz, que se esparce por doquier iluminando el año de la Astronomía, que con tanta ilusión comenzaste a preparar antes de tu marcha.
Córdoba, a 18 de mayo de 2009.
2 comentarios:
Gracias Casimiro, por este emotivo, amistoso y científico artículo en recuerdo de Jesús.
Me alegra y consuela saber que todos lo recordamos con su entusiasmo y que sus aportaciones, palabras y deseos siguen haciendo eco entre nosotros...
Gracias.
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