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jueves, 21 de julio de 2011

Los productos naturales ¡vaya timo! ¡VAYA TIMO!”


Sinceramente, compré el libro “Lo productos naturales ¡vaya timo!” para conocer el planteamiento de la editorial Laetoli y de la Sociedad para el Avance del Pensamiento Crítico (ARP-SAPC) sobre la irrupción en el mercado y en la publicidad de los mal llamados productos “verdes”: Coches ecológicos, ecobolas, productos de higiene, iones negativos, etc., debido a la creciente sensibilización del consumidor/a respecto a los problemas medio-ambientales.

Pero cuál sería mi sorpresa cuando comencé a leer las cinco primeras palabras de su introducción: La cuestión es estar asustado (p 9). Y así, 40 líneas, en las que el autor minimizaba los problemas medio-ambientales del planeta, tildando a los ecologistas de nuevos jinetes de la Apocalipsis, mientras comparaba sus visiones catastrofistas con las amenazas sobre el fin del mundo y el castigo eterno que predicaban las diferentes religiones hace unos siglos. Fue entonces cuando comprendí que había que hacer algo para defender el verdadero pensamiento crítico, contra un libro que parecía beber en sus fuentes y, de paso, devolver al movimiento ecologista la racionalidad que el autor le estaba arrebatando desde el principio.

(...)

(Leer el documento completo)

Todos estos comentarios se resumen en una CONCLUSIÓN y una RECOMENDACIÓN:

CONCLUSIÓN:

El libro “Los productos naturales ¡vaya timo!” es un panfleto antiecológico y antiecologista. Ofrece información sesgada, no tiene en cuenta los conocimientos derivados de la Ecología ni de las Ciencias Ambientales y maneja anécdotas y argumentos ad hóminen de forma tendenciosa, para desprestigiar al adversario y justificar la agricultura basada en los OMGs. Es, por otra parte, una “patada en el trasero” a la Educación Ambiental, ese ámbito transversal que parte del lamentable estado en el que se encuentra el planeta, como consecuencia de los impactos medio-ambientales y del derroche consumista de una pequeña parte de la población, para tratar de propiciar actitudes y conductas más responsables en nuestra relación con el planeta y los demás seres humanos.

Mi crítica se dirige al autor, obviamente, pero sobre todo a la editorial Laetoli, por propiciar esta publicación bajo el paraguas del pensamiento crítico de la colección ¡Vaya Timo!

RECOMENDACIÓN

A pesar de todas estas críticas, recomiendo su lectura. Aunque puedo prestarlo, si alguien quiere ahorrarse los 16 € que cuesta este cúmulo de razones para justificar la inquina casi enfermiza del autor hacia los conservacionistas. Pero quien me lo pida, que sepa que tiene anotaciones por toda su geografía.

Obviamente es una recomendación con trampa. Lo que persigo es que el lector aprenda por experiencia propia cómo no debe ser un libro que pretende utilizar el pensamiento crítico como herramienta para formar conciencias, para divulgar los avances científicos y para luchar contra las pseudociencias.

A MODO DE EPÍLOGO:

Pensé titular esta crítica así: “La colección vaya timo, ¡vaya timo!” Pero no lo voy a hacer por respeto a muchos de los autores que han precedido a JM Mulet y que me han aportado una visión de cómo el pensamiento crítico y la palabra pueden estar al servicio de la Cultura Científica. Este libro, a mi juicio, consigue el efecto contrario.

Por eso titulo esta crítica de esta manera tan retorcida: “Los productos naturales ¡vaya timo! ¡VAYA TIMO!”

Un afectuoso saludo a todos/as, independientemente de su posicionamiento en el tema de los productos naturales.
criticas cuatro partes

13 comentarios:

malabaddon dijo...

Muy buena crítica, muy bien trabajada. Lástima por el chasco que te has llevado. Pero es que muchos de estos autodenominados escépticos se arrogan el poder de decidir lo que entra o no en su concepto de "lo científico". No se dan cuenta de que se están quedando anclados al pasado, a un paradigma relacionado con la modernidad que está evolucionando hacia otra cosa mucho más rápido que sus disciplinas.

García-Díaz (un gran investigador en educación ambiental) escribe que debemos superar las concepcioes mitificadas del trabajo científico como una actividad neutral, descontextualizada, ajena a intereses y conflictos, en la que es importante asumir posiciones críticas ante la racionalidad económica dominante.

Como podemos leerle a Mora, entre muchos otros, "la naturaleza compleja de la problemática ambiental reclama un nuevo modelo de pensamiento, propio de una visión sistémica, en donde a la acción de separar, propia de la modernidad y de la superespecialización tecno-científica, complemente la acción de unir, combinar, conectar e interaccionar".

Mientras no comprendan esto no podremos entendernos.

Jorge Navarro Cañada dijo...

Este libro es de lo más ilustrativo y aunque escrito en tono provocador y divulgativo no es un ataque a las necesarias prácticas de respeto medioambiental si no a determinados elementos míticos que se generan en torno a ellas.
Crítica completa sobre el libro en http://elpolemista.blogspot.com/2011/06/comer-animales-de-j-safran-los.html

Betawriter dijo...

Soy científico y, a modo de anécdota, coincido bastante con el mensaje que aquí se ha dejado. No he leído el libro, pero he seguido y participado en su blog durante mucho tiempo. Su blog a veces aporta información interesante, pero (ya se lo he dicho varias veces), ahí no se respira una actitud científica, abierta al debate, y usando el razonamiento, las matizaciones y la moderación. Por no hablar de que la mayoría de los artículos destilan bilis pura.

Yo digo que no he leído el libro, pero el blog y su actitud no están a la altura de la colección (magnífico el de ¡los nacionalismos, vaya timo!). Su blog, por tanto imagino que también su libro, rozan el fanatismo y la ceguera.

Cada vez que alguien le hace una pregunta incómoda en el blog (por ejemplo, la preocupación por la contaminación de las aguas por los fertilizantes sintéticos) se va por los cerros de Úbeda o "contraataca" y dice "la agricultura ecológica es todavía peor porque...". Como un niño de 5 años.

Todo lo que él dice es ciencia y verdad absoluta. Todo lo que dicen los demás es fanatismo, o no es riguroso, aunque lo digan sean colegas del CSIC o Scientific American.

Es bueno que se denuncien las "mafias ecologistas", los camelos al público de las ONGs, o las ineficiencias de la producción "ecológica". Pero es a eso a lo que se reduce todo el debate.

Meter a todo el mundo en sacos, y creer que "los ecologistas" (sea lo que eso sea) son la reencarnación del demonio y los científicos (sólo los que el declare como tales) lo hacen por salvar a la humanidad, es su teoría conspiranoica particular.

Parece que no haya ecologistas preocupados por el bien de todos o por aumentar la producción, y que tampoco haya científicos mafiosos que derrochan el dinero ni multinacionales que buscan maximizar beneficios caiga quien caiga.

Quien no sabe valorar los matices, ni responder calmada y razonadamente a las críticas, no puede llamarse científico, por muchos títulos ni muchos conocimientos específicos de su área.

Quien siga su blog sabe de lo que hablo. Lo ha convertido en su cruzada personal, donde además sólo responde a quienes cuentan tópicos o sueltan preguntas facilonas contra los que él ya tiene toda la artillería desarrollada.

Todos los demás debates, que es donde estaría la riqueza científica, son silenciados o ignorados.

La "ciencia" española más clásica y rancia, en versión cibernética. Una verdadera pena.

Saludos.

Betawriter dijo...

Por cierto, muy buena la crítica del libro. Es este tipo de debates y ese tono el que invita a participar, y no el integrismo que, por desgracia, encontramos en muchos de los mal denominados "científicos", por muchos títulos o conocimientos específicos que tengan, o por muchos círculos y asociaciones en las que participen.

Todo esto del círculo escéptico, la asociación para el pensamiento crítico, la colección vaya timo, etc... está muy bien, pero siendo como somos por aquí, se está construyendo una especie de "nueva religión", de "cabecillas" y de "pensamiento único" que no sé hasta qué punto está beneficiando o perjudicando a la ciencia.

Saludos.

Long John dijo...

¡Bueno! Al leer tu crítica me ha parecido estar leyendo mi propio pensamiento, pero adornado con todo lujo de referencias. Estoy de acuerdo contigo en casi todo. Yo también hice una crítica al libro (mucho menos completa, centrada especialmente en la agricultura ecológica) que se puede leer aquí:
http://www.facebook.com/notes/jos%C3%A9-antonio-alfaro/libro-los-productos-naturales-vaya-timo-vaya-timo-de-libro/185093311581913

Lo del empeño y fe ciega de la editorial Laetoli con este libro es lamentable y realmente no lo entiendo, a no ser que piense en argumentos económicos.

También estoy de acuerdo con Betawriter, especialmente en lo relacionado con la secta de los "escépticos".

Saludos.

Herpes simplex dijo...

Gracias a todos, en especial a betawriter y long john. Estamos en la misma onda. Os sigo en los debates del blog de Mulet. Yo hago muchas aportaciones anónimas y abro frentes (el último le escoció, a raíz de su ¿pasada? vinculación con Basf que uno de vosotros, creo, destapó. Pero como decís, Mulet es una persona poco abierta al debate y obsesiva con los que pensamos que otra Ciencia es posible. Yo ya ni firmo con mi nombre, porque no me lo publica. En fin, seguiremos combatiendo la necedad y la prepotencia de Mulet y de esos escépticos 1.0. Yo creo en el escepticismo de nueva generación, pero no en esa religión que muchas veces nos quieren vender en determinados blogs. Un saludo.

Diego Humanista dijo...

Hola! Me pareció muy interesante tu crítica, aunque debo señalarte un error:
La tecnología terminator fue prohibida por la ONU y nunca salió en forma comercial.
El glifosato, por otro lado, termino su patente por parte de Monsanto en el 2000, así que hoy lo fabrica cualquiera.
por lo que parte de tu argumento que dice: "la dependencia de los agricultores de unas pocas multinacionales, a las que tienen que comprar tanto las semillas transgénicas (terminator), como el propio herbicida." queda totalmente desfasado de la realidad.

José Manuel dijo...

A malabaddon.

Los autodenominados escépticos, como tu nos llamas, defendemos el método científico ante todo. Este método ha funcionado (con sus errores y aciertos) durante casi 400 años y nos ha llevado al avance actual. Es cierto que require mejoras para ser más eficaz pero también ha demostrado que es un método que se autocorrige con el tiempo.

Que ahora venga un investigador y diga que debemos superar las concepciones mitificadas del trabajo científico como una actividad neutral, pues vale, es una opinión y quizás no le falta la razón. Pero es que esta supuesta falta de neutralidad e los científicos se corrige en el método científico de forma estadística y gracias a la reproducibilidad de la ciencia.

Si sobre un aspecto concreto hay 100 investigadores que dicen A y sólo 5 que digan B, está claro que cada uno tendrá sus intereses pero como media habrán hecho bien su trabajo, utilizando correctamente el método científico y, por lo tanto, podemos estar bastante tranquilos que A es la más probable de ser cierta.

Si en el futuro se junta suficiente evidencia para justificar B, con el tiempo, cada vez más investigadores de A se pasarán a B y muy pocos cabezotas se quedarán en A.

Mulet ha escrito un libro donde expone un concepto bien conocido por la mayor parte de los científicos que se dedican a la agricultura: la agricultura ecológica no es ecológica pues requiere mayor espacio para plantaciones. Cuanta mayor superficie mayor daño ecológico. Y más teniendo en cuenta que hoy existen pesticidas muy específicos a ciertas plagas que no afectan a otras y que además se biodegradan con mayor facilidad e inocuedad. Otra cosa es que los agricultores pasen de esta tecnología y sigan utilizando pesticidas y abonos muy contaminantes y en cantidades no aconsejadas.

Y la ventaja de los transgénicos es evidente dado su mayor rendimiento (por lo tanto menos superficie), menos necesidad de pesticidas (e incluso de agua en algunas variedades) y que durante 20 años no ha habido ninguna alerta alimenticia sobre ellos (ya le gustaría a Alemania encontrar una).

José Manuel dijo...

Tampoco entiendo la crítica generalizada a la colección Etoli de Vaya timo!. Yo he leído varios libros y, aunque se respira un tono irónico en casi todos (en alguno en demasía para mi gusto), cada autor es una persona independiente, con sus propios pensamientos e idea y yo no he visto un pensamiento común más allá del método científico y de criticar las pseudociencias allá donde las haya.

José Manuel dijo...

Quizá Mulet haga juicios de valor como llamar pijos a los consumidores de productos ecológicos y, como tú bien admites, no le falta algo de razón: las estidísticas de consumo muestran que son las clases medias-altas las que suelen consumir estos productos. Pero que los alimentos ecológicos (y me centro en aquellos que tienen la certificación) se basan en supuestos que realmente son de siglos pasados: que lo natural es bueno y lo artificial es malo. Esto es un hecho no demostrado y científicamente rebatida hace más de 100 años.

Por lo tanto, yo entendería como agricultura ecológica aquella que haga menos daño al medioambiente y eso no pasa por la agricultura ecológica que sólo viene dada porque un producto venga de la naturaleza o no.

José Manuel dijo...

Mulet no dice que no hayan diferencias sino que la diferencia no es significativa y que además en algunos productos pueden haber resultados a favor y en contra según cuál sea el alimento que se mida pero la tónica general es que es prácticamente lo mismo.

En mi opinión, si existe una diferencia (que no lo creo), es tan pequeña que nuestro organismo no es capaz de apreciarla y que no se justifica por el aumento del precio. Es decir, es tan sano comerse dos manzanas ecológicas como convencionales o transgénicas.

José Manuel dijo...

Tú pareces olvidar que los monocultivos transgénicos también pueden ser rotativos, para evitar la erosión, que el coste energético por producción es mayor en agricultura ecológica y que eso se refleja en el precio, que grandes compañías de agricultura ecológica también pueden cultivar con monocultivos (especialmente en países no UE) que las mejoras en la calidad de vida en el entorno rural se debe a dos factores: i) las altas subvenciones que reciben, ii) la baja compentencia y los precios elevados por sus productos. Sobre esto último, cuando hubiese mayor competencia y se quitasen las ayudas verías cómo los pequeños agricultores desaparecerían y se montarían grandes corporaciones agroalimentarias, como ocurre y ha ocurrido siempre. No tiene que ver con el tipo de agricultura sino con la oferta y demanda y la competitividad.

Sobre una biodiversidad faunística mayor... déjame dudarlo, es cierto que se les exige que no sólo planten una variedad de un alimento, si no 2 o 3, pero es que, a veces, se les obliga a los agricultores a plantar variedades menos productivas por mejorar la biodiversidad y, por lo tanto, se requiere mayor terreno que se lo tenemos que quitar al hábitat natural con lo que realmente reducimos la biodiversidad natural para aumentar la biodiversidad artificial de alimentos agrícolas.

Herpes simplex dijo...

Gracias José Manuel por lo últimos comentarios. No tengo nada que añadir a lo escrito en la entrada. CJBL